domingo, 16 de diciembre de 2012

VIÑA EL MAJUELO




Envuelto en una fina capa de nieblas, conservo aún vivo el recuerdo de mi padre llevándome a conocer la mayor y más importante viña del marco de Jerez. Yo podría tener 10 u 11 años y sin duda ya amaba el campo. 
Aquella viña me parecía un paraíso, con su "castillo", sus suaves lomas, sus amplias vistas, y en mi ignorancia, me parecía como si de alguna forma aquello me perteneciera, porque era la viña de la bodega junto a la que yo vivía y donde mi padre trabajaba.
Treinta y tantos años más tarde, ahora llevado por mi hermano, vuelvo a visitar El Majuelo, y lo encuentro como lo recordaba: su esbelta torre vigía de posible orígen árabe, su antigua casa de viña del siglo XVIII, sus extensos viñedos perfectamente alineados y en esta época luciendo preciosos tonos ocres y sus maravillosas vistas de la campiña, incluso, en días claros, hasta el mar.
En El Majuelo vivía gente, como vivían antes la gente del campo, con sus casas de guardeses, su escuela, su capilla, su gañanía, el lagar donde se trabajaba en vendimia, los salones donde paraban los señores, los despachos, todo está allí, sin apenas uso actual, congelado en el tiempo.
No obstante, la multinacional Beam mantiene las instalaciones en muy buen estado y eso, en los tiempos que corren, es cuando menos de agradecer. Estas casas de viña que rodean Jerez son un patrimonio valiosísimo que ojalá todos pudiésemos conocer y valorar.
Al caer la tarde, desde lo más alto de la torre, a la que se accede por una angosta escalera de caracol, se contempla, mirando hacia Rota, una puesta de sol magnífica, a pesar de que hoy el día se puso muy nublado.

Estoy un poco mareado, no por la altura, sino  por el rico mosto que nos hemos bebido. 



Vuelvo a sentir como aquél niño, como si todo lo que me rodea me perteneciera.
Soñar es gratis.