domingo, 9 de septiembre de 2012

LOS ALPES DEL TIROL. 2º parte


Amanece el cuarto día y afrontamos la etapa más larga, de unas siete horas de duración prevista y cruzando dos puertos importantes. Salimos del refugio temprano y caminamos a media ladera por la zona conocida como la Vetta de Italia, con algunos pasos equipados con cables pero sin problemas hasta llegar a un antiguo puesto fronterizo, aún ocupado por policías italianos, cuya función desconocemos. El sitio es ideal y disfruta de una soberbia vista del valle y del Picco dei Tres Signori, en alemán Dreiherrenspitze, un tresmil gigantesco y de aspecto difícil.
Subimos el collado de Tauern y volvemos a entrar en Austria, discurriendo el camino ahora por una zona muy agreste y desolada, procurando no perder altura y camino de un segundo puerto a 2.700m. al que parece que nunca acabamos de llegar. El sendero se empina y se retuerce, aparecen cables para agarrarse y escalones tallados en la roca, el abismo es grande y de pronto aparecemos en una cresta afilada que asoma a otro gran valle glaciar. Estamos en el collado y casi no podemos parar del poco espacio que hay, se impone bajar rápido al siguiente refugio, el Reichter Hütte, propiedad del Club Alpino Alemán.
Se trata del refugio más aislado y de más difícil acceso en la zona, y el ambiente es muy montañero, sobrio, alemán, antiguo pero perfectamente conservado y con estancias que parecen sacadas de una película de posguerra.
Al final nos hacemos amigos del guarda y hasta nos invita a unos snaps.
Quinta etapa: del refugio Richter al Zittahuer Hütte, en otro valle y con un buen puerto por medio, como siempre en este tipo de travesías de montaña. Por primera vez amanece nublado y con lluvia, por lo que alargamos un poco más el desayuno.
Al rato parece que abre un poco y nos ponemos en marcha. El camino baja bastante y luego comienza un largo flanqueo por unas terrazas, ganando rápidamente altura. Por encima de nuestras cabezas cuelgan las enormes masas glaciares de los picos Richter y Spaten, de aspecto lúgubre y llenas de grietas. Nos internamos en un valle secundario y empieza a llover, por lo que paramos a equiparnos con los anoraks. Las nubes son muy negras pero pasan con velocidad.
A mediodía ganamos el collado y como vamos bien y el tiempo ha mejorado algo, decidimos ascender una nueva cumbre, el Rosskopf, de 2.845m. de altura. Seguimos unas marcas pintadas en la roca, ganamos una cresta y al poco llegamos a la cima, con su característica cruz metálica y con una vista soberbia del macizo del Reichenspitze, afilada cumbre con grandes glaciares.
Desde nuestra atalaya contemplamos, muy abajo el refugio Zittahuer, con un aspecto flamante, recién remodelado y junto a un precioso lago. La idea de tomar una cerveza en la terraza nos anima a bajar rápidamente, mientras las nubes se cierran de nuevo y se prepara otra buena tormenta.
Hoy se acaba el trekking y el día amanece con niebla y algo de lluvia. Abandonamos las alturas, el sendero baja y baja, llegando de nuevo a la amabilidad del valle y los bosques de alerces y piceas. Todavía un último puerto nos hará sudar bastante, para dar paso al valle de Krimm, de donde partimos a pie hace casi una semana.
Bucólicas granjas, verdes pastizales y bosques de lluvia se suceden en medio de la niebla, dando un toque nostálgico a nuestra despedida. Casi sin querer, llegamos al pueblo, donde cogemos un autobús y donde se acaba nuestra bonita aventura.
Para mí, no hay nada en el mundo más bello que estos valles y estas montañas. Espero no dejar tanto tiempo pasar para volver a ellas.