lunes, 27 de septiembre de 2010

LA GRAN DAMA DE SIERRA NEVADA

Con permiso de su majestad Muley Hacén, todos los montañeros andaluces coincidimos en decir que la Alcazaba es la montaña reina de Sierra Nevada, la más altiva, la más impresionante, sobre todo si la divisamos desde el norte, desde las revueltas de la verea de la Estrella.
Aprovechando un puente festivo local, cinco amigos del club Sierra del Pinar nos fuimos con la idea de darnos un buen pateo por el monte: Roberto (sr. Presidente), Manolo Márquez, Faustino, Pablo (que se estrenaba en la alta montaña) y un servidor.
Sobre la marcha fuimos dando forma al itinerario, previsto en principio para dos jornadas, pero dado que el refugio de Poqueira estaba completo, decidimos finalmente hacerlo en el día.
Salimos de Capileira a las 8.30h de la mañana en el primer microbús del parque hacia el alto del Chorrillo y desde allí nos fuimos buscando la media ladera del Mulhacén, con pocas trazas de vereda, hasta llegar a la cañada de Siete Lagunas, que pese a lo avanzado de la temporada, aún mantenía grandes neveros, gran cantidad de agua y verdes borreguiles.
Desde la laguna Hondera nos fuimos a buscar el arranque de la loma de la Alcazaba, a la que se sube despacito y con buena letra. Sobre el mediodía pisábamos la cima, con un fuerte viento de poniente y buenas vistas en todas direcciones, aunque no pudimos quedarnos mucho tiempo a disfrutarlas.
Al regreso a Siete Lagunas hay que vencer la tentación de quedarse en tan idílico lugar, pero no hemos traído material de vivac ni apenas comida, por lo que hacemos caso de nuestro plan inicial y nos tiramos por el valle del río Culo de Perro, en dirección al pueblo de Trevelez. La bajada discurre por un paraje precioso, junto al río, atravesando grandes y verdes praderías, luego junto a una acequia, para llegar finalmente al pueblo, después de casi diez horas de actividad ininterrumpida.
El fin de fiesta lo tenemos en el restaurante la Fragua de Trevelez, con buenas viandas y cocina alpujarreña, y hasta una botella de Cava invitada, como es ley, por el que hacía un "tresmil"por primera vez.
Restaurante en el que por cierto guardan una bonita foto dedicada de nuestro amigo Manolo Salazar, siempre en nuestra memoria, sobre todo cuando andamos por estos montes, tan suyos.
En resumen, una salida estupenda y bien dura, de las que dejan agujetas.